Hoy en día, los usuarios de Android nos enfrentamos a un problema cada vez mayor: la piratería. No solo nos referimos a los casos en los que hackers saltan las barreras de seguridad de los dispositivos móviles y roban archivos, como señalábamos en la semana anterior, usando métodos cada vez más sencillos, pero con una astucia inimaginable, sino a las aplicaciones crackeadas.
Comúnmente, se dice que una app está “crackeada” cuando uno o varios usuarios consiguen que una aplicación de pago, por medio de procedimientos informáticos sea gratis. Hay que admitir que es algo a lo que no se le da demasiada importancia, ya que generalmente hay una tendencia a pensar que, como dichos procedimientos son de difícil ejecución, los casos de piratería pueden llegar a ser bastante reducidos. Por suerte, esto es cierto a medias tintas: es verdad que los casos de piratería hoy en día se encuentran latentes, pero hay un cierto rechazo por los usuarios a descargarlas, ya sea por el temor a que dicha app contenga un virus informático (cosa que normalmente suele pasar), por pereza, o por simple desconocimiento.
Sin embargo, como si fuera poco, algunos “hackers”, publican dichas aplicaciones crackeadas en “mercados alternativos”, es decir, mercados como podría ser “Android market” pero en el que hay exclusivamente aplicaciones gratis u otras que anteriormente eran de pago. Un claro ejemplo lo podemos encontrar en “Aptoide”, un mercado que fue eliminado del “Android market” debido a la piratería. Hoy en día podemos descargarlo, o simplemente acceder a las aplicaciones que nos resulten interesantes desde el siguiente enlace: http://m.aptoide.com/?lang=ES
Otro ejemplo podría ser “black market”, un mercado bastante más completo, pero que fue eliminado sin dejar rastro.
Lo anterior descrito no suele ocurrir con los dispositivos móviles que usen el sistema operativo “ios”, ya que no permiten la instalación de aplicaciones ajenas a la “App store”.
Otros ejemplos de piratería los podemos encontrar en las famosas apps que emulan una tarjeta de crédito, con el fin de engañar a los servidores y “pagar” de forma virtual (dichas tarjetas están vacías) para conseguir determinados contenidos.

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